domingo, junio 07, 2015

Grandes álbumes: VAN MORRISON - Astral weeks

Astral weeks es el segundo álbum de estudio del músico norirlandés Van Morrison, publicado por la compañía discográfica Warner Bros. Records en noviembre de 1968. El álbum supone un contrapunto a la escena musical dominante en la segunda mitad de la década de 1960, con una fusión de elementos musicales como el folk, el jazz, el blues y la música clásica, y unas letras descritas como "impresionistas e hipnóticas", en una serie de cavilaciones extendidas sobre su infancia en Belfast, incluyendo el notable personaje de Madame George y la culminante epifanía experimentada en Cyprus Avenue. Acompañándose con la guitarra acústica, Morrison canta con su voz elástica y blues, junto con una sección de rítmica de jazz (Jay Berliner a la guitarra, Richard Davis al bajo, Connie Kay en los tambores), además de instrumentos de vientos (John Payne) y de vibráfonos (Warren Smith, Jr.), agregando sonido con un cuarteto de cuerdas. Un elenco de efusión emocional en delicadas estructuras musicales, Astral weeks tiene una potencia musical única.

A pesar de no entrar en ninguna lista de éxitos, el álbum recibió críticas positivas desde su publicación, y consecuentemente se ha colocado en numerosas listas de los mejores álbumes de todos los tiempos. La lista elaborada en 1995 por Mojo situó a Astral weeks en el puesto 2 de Los 10 mejores álbumes de todos los tiempos, y quedó en el puesto 19 de la lista de Los 500 mejores álbumes de la historia elaborada por la revista musical Rolling Stone en 2003.

El álbum fue y sigue siendo un referente musical, a pesar de que no consiguió un significativo éxito en las listas de popularidad. El diario The Times colocó a Astral weeks en la posición 3 de Los 100 mejores álbumes de todos los tiempos. En 1997, quedó en 9ª posición en una encuesta conducida por HMV, Channel 4, The Guardian y Classic FM. Otra encuesta situó a Astral weeks en el puesto 5 en enero de 1996, detrás de tres álbumes de The Beatles y del Pet sounds de The Beach Boys. En 1998, los lectores de Q situaron al álbum en el puesto 52, y en 2000 la misma revista situó a Astral weeks en el puesto 6 de la lista de Los 100 mejores álbumes británicos de la historia. El canal de televisión VH1, por su parte, lo nombró el 40º mejor álbum de todos los tiempos en 2003. En 2006, Astral weeks, junto a Moondance, fue situado en la encuesta de Los 100 mejores álbumes elaborada por la CNN.

Sobre las canciones de Astral weeks, Morrison comentó a Randy Lewis, columnista de Los Angeles Times: "Las canciones son historias poéticas, de modo que el significado es el mismo de siempre: atemporal e inmutable. Las canciones son trabajos de ficción que pueden tener un significado diferente para la gente. La gente coge de ellas lo que les parece disponer de ellas".

Astral weeks da la impresión de ser un ciclo de canciones cuidadosamente construido, flotando en la estela de su propia lógica insondable. Sin embargo, Astral weeks no se trataba de una concepción inmaculada, ni el producto consecuente de una comunión de almas armoniosas. Llegó de una manera aleatoria que Van Morrison no anticipó. Nacido en el caos, acabado en pocas horas, Astral weeks es prácticamente una obra maestra accidental, ya que, a pesar de lo atípico de la grabación, el acoplamiento instrumental y vocal resultó perfecto y el resultado final rezuma ese sonido peculiar que llena todo el álbum y que lo convierte en algo único y rompedor con todo tipo de música que se había experimentado hasta entonces. Junto a la construcción musical lo más destacado de este álbum es la voz de Morrison, apasionada, épica en su exposición sentimental.

A diferencia de otros álbumes clásicos, como Pet sounds o The Velvet Underground amp; Nico, no es un disco que haya tenido un efecto enorme sobre la evolución de la música popular. Es demasiado íntimo, demasiado introspectivo para eso, y podría ser lo más cercano a un disco pop que ha llegado a expresar el deseo adolescente en todas sus confusiones.

Una característica esencial de este disco es que carece de singles editados y que, inicialmente, no dejó excesiva huella en los grandes éxitos de Van Morrison. Aun más, en sus ocho canciones no hay prácticamente ningún estribillo fácil de tararear o recordar. La razón es que lo que predomina es un ambiente instrumental envolvente y denso, siempre liderado por el potente contrabajo de Richard Davis, creándose una cadencia de ritmo medio donde se cuela esa voz poderosa, desgarradora, llena de sentimiento y capaz de subir los tonos más trágicos y convertirlos en aullidos hasta bajar el diapasón y transformarlo en sensuales susurros. Además, su peculiar vocalización, machacando las palabras, jugando con ellas, repitiéndolas o recortándolas como si fuera un mantra, descomponiendo el lenguaje y variando a capricho su entonación le dan al conjunto un auténtico vuelo de poesía mística que le diferencia de todo lo que se hubiera grabado con anterioridad.

En 1968, Estados Unidos había entrado en un estado conflictivo, en una especie de lucha contra sí mismo. La mayoría de los historiadores lo califica de guerra civil cuando discuten el período, a menudo describiendo cómo el país fue erosionando completamente el centro hasta que no aguantase más, como William Butler Yeats podría haber argumentado metafóricamente. Los asesinatos de Martin Luther King Jr. y Robert Kennedy, la evaluación crítica de Walter Cronkite de la ofensiva del Tet, el movimiento Yippie, las agresiones a golpes a un centenar de manifestantes en Chicago (otros 175 fueron detenidos) por la policía, Nixon es elegido Presidente,... Un período de tiempo que Lester Bangs immortalizó llamándolo "uno de los períodos más sombríos que jamás he experimentado". Astral weeks llegó en ese clima, con la juventud americana sumida en la desolación y la animosidad.

Las emociones que Morrison evoca en adelante en adhesión y pérdida ofrecían un portal para las almas escrutadoras de 1968. Líricamente, sus ocho largas canciones estaban vinculadas temáticamente por su reminiscencia. Como si volver a una época más genuina pudiese iluminar un camino más inspirador. Las líneas de apertura “If I ventured in the slipstream, between the viaducts of your dream” (si me aventuré en la estela, entre los viaductos de tu sueño) reflexionan sobre alejarse de la realidad a un lugar más firmemente entendible y amoroso. Temas como Cyprus Avenue, Madame George y Ballerina son pinceladas fauvistas entresacadas del pasado de Van Morrison. Se trata de lugares luminosos y personas que sirven para realizar el humanismo resaltando toda la experiencia. Revelando un momento, sin duda un lugar que oculta, de inocencia a una cultura que poco a poco está siendo destruida por las tensiones políticas acumuladas.

Probablemente más sensible para los oyentes estadounidenses que lo adquirieron, se trataba de un eco irlandés de canciones de Bob Dylan en vacío personal y recelos sociales. Girl from the North Country y Ballerina podrían ser descritas como hermanas líricas. Y a lo largo del álbum, se puede colocar a ambos artistas uno al lado del otro. Su potente poética, marcada por oscuros referencias y contorsiones líricas inspiradas, fueron extraídas del mismo pozo. Pero con una notable diferencia: Morrison no era el truculento y adusto Dylan, ni el belicoso y el a veces infantilmente satírico Dylan. Morrison fue más lejos, era un producto de sus letras ostensiblemente etéreas, con tanta sensibilidad como intensidad. Rabia (o indignación) que simplemente no era un componente de la perspectiva de Morrison.

En 1968, Morrison era una infeliz ex-estrella de una banda de R&B de Belfast, Them, que se había colapsado en la acritud. A pesar de conseguir un desenfadado éxito pop con Brown-eyed girl (que al él, naturalmente, no le terminaba de gustar) y con el mordaz T.B. sheets, un canto fúnebre de diez minutos sobre la muerte de un amigo de tuberculosis, Van comenzaba a darse cuenta de que la vida en solitario no era más fácil. Los problemas de negocios lo perseguían a cada momento, intensificando el agravio profesional que lo ha nutrido hasta día de hoy. En aquel momento quería romper relaciones con Bang, el sello de su director, productor y editor Bert Berns. El neoyorquino Berns era un experimentado operador cuyos créditos incluían una escritura conjunta en Twist and shout.

A comienzos de 1968, Van Morrison entró en problemas legales con Bang Records que le mantuvieron alejado de cualquier actividad de grabación. La situación empeoró con la muerte del fundador del sello, Bert Berns: nacido con una enfermedad cardíaca congénita, Berns sufrió un repentino ataque al corazón y fue descubierto muerto en la habitación de un hotel neoyorquino en diciembre de 1967. Antes de la muerte de Berns, él y Morrison tuvieron dificultades creativas. Berns había ido empujando a Morrison hacia una dirección musical más cercana al pop, mientras que Morrison quería explorar nuevos terrenos musicales. Como resultado de ello, la viuda de Berns, Ilene, culpó a Morrison y a su conflicto de la muerte de Berns. Años después, Ilene Berns llegaría a minimizar el escenario, aunque varios testigos de la época, incluida la ex-esposa de Van Morrison, Janet Rigsbee Minto, fueron describiendo la inquina personal de Ilene hacia Van Morrison.

Entre tanto, Ilene adquirió la propiedad de Bang Records. Legalmente obligado con Bang Records, Morrison no fue sólo expulsado del estudio, sino que se encontró además con problemas para poder emprender conciertos en clubes nocturnos de Nueva York. Ilene Berns descubrió que su marido había rellenado los correspondientes trámites para mantener a Morrison, por entonces ciudadano británico, en Nueva York. Ilene contactó con el Servicio de Inmigración de Estados Unidos y trató de deportar a Morrison. Aun así, Morrison pudo permanecer en Estados Unidos cuando su por entonces novia, Janet (Planet) Rigsbee, accedió a casarse con él. Una vez casados, Morrison y su mujer se trasladaron a Cambridge, Massachusetts, donde él encontró trabajo en clubes nocturnos. Van Morrison comenzó tocando con una pequeña banda formada por estudiantes del colegio local, que duró sólo un verano. Dos de los miembros abandonaron el grupo debido a otros compromisos, si bien Morrison retuvo al bajista, Tom Kielbania, por entonces estudiante de la Escuela de Música Berklee.

Más tarde, Kielbania escuchó al flautista John Payne mientras estaba sentado en una improvisación de jazz. Kielbania llevó a Payne ante Morrison, esperando que éste le invitara a unirse al grupo, y tras dejar que Payne participase en un concierto, alternando la flauta con el saxofón, Morrison le invitó formalmente a unirse al grupo. El trío integrado por Morrison, Payne y Kielbania continuó desarrollando conciertos durante cuatro meses, y fue durante este tiempo cuando Warner Bros. Records descubrió a Morrison con la esperanza de añadirlo a su lista de artistas. Presumiblemente, el interés del sello discográfico estaba enfocado en el éxito de Brown eyed girl y no en el trabajo acústico que Morrison llevaba a cabo en los conciertos. Aun así, el interés de la compañía permitió a Morrison volver a los estudios de grabación.

Dicen algunos rumores que el nuevo sello de Van, Warner Seven Arts, tuvo que pagar a mafiosos a contratarlo. Y el hosco norirlandés distaba de ser como una superestrella hippy. Durante este tiempo, Warner Bros. mantenía un acuerdo con Inherit Productions, la rama de producción de Schwaid-Merenstein, fundada por el manager Bob Schwaid y el productor Lewis Merenstein. Mientras Merenstein se trasladó a Boston para ver a Van, Schwaid se puso a trabajar en los problemas del contrato con Bang Records. Ligado aún a Bang, Morrison debía varios trabajos estipulados en el contrato. Durante ese tiempo, Schwaid logró liberarlo de sus obligaciones bajo una serie de requisitos. El primero de ellos consistía en la entrega a Web IV Music (una compañía de Bert Berns) de tres composiciones originales al mes durante el curso de un año. Como medida inusual y exagerada desde cualquier punto de vista, Morrison cumplió sus obligaciones grabando 36 canciones descartables de un minuto en una única sesión, con títulos como Twist and shake, o Wobble and ball ("canciones de venganza" que se pueden escuchar entre la gran cantidad de relanzamientos que abundan en el catálogo de Van). Una acción de ese calibre corría el riesgo de ser represaliada, pero finalmente no trascendió ninguna demanda. Después, Morrison tuvo que asignar a Web IV la mitad de los derechos de autor de cualquier composición escrita y grabada por Morrison y publicada como single de 45 rpm hasta septiembre de 1968. Pero todavía se veía legalmente obligado a incluir dos canciones de la época de Berns, Beside you y Madame George, en su siguiente LP.

Con los problemas legales resueltos, Morrison gozaba ahora de libertad para seguir grabando con Warner Bros. Su álbum fue elaborado en unas sesiones que tuvieron lugar en los estudios Century Sound de Nueva York en tres sesiones reservadas apresuradas cronometradas por la disponibilidad de los músicos de sesión entre septiembre y octubre de 1968. John Cale, músico adyacente en el estudio, comentó al respecto: "Morrison no podía trabajar con cualquiera, de modo que finalmente se cerró él mismo en el estudio. Hizo todas las canciones con guitarra acústica, y posteriormente añadió otros instrumentos en las cintas".

Van Morrison no quería seguir por la senda exclusivamente pop de sus últimas grabaciones y ante sus nuevos managers pidió “un ambiente de jazz” para su nuevo trabajo. El productor Lewis Merenstein tenía conocimientos de música jazz, y según él, "Morrison no era un aficionado al jazz cuando le conocí. Del R&B y del soul, sí, pero del jazz, no". Warner pidió a sus nuevos gerentes, Lewis Merenstein y Robert Schwaid, que contratasen músicos de sesión confiables para hacer un álbum rápido, y estar el mínimo tiempo en el estudio. Por petición de Van, buscaron músicos profesionales de jazz, como el bajista Richard Davis (que había tocado con Miles Davis, y conocido por su trabajo con Eric Dolphy), quien esencialmente sirvió como líder de la sesión, el guitarrista Jay Berliner (un veterano de Charlie Mingus), al percusionista Warren Smith, y a Connie Kay, baterista con el legendario Modern Jazz Quartet. También hubo un flautista de sesión, pero nadie guardó una nota con su nombre. Los chicos de la sección de jazz no conocían a Van Morrison. Por entonces, Morrison aún continuaba trabajando con Kielbania y Payne, pero para las sesiones fueron reemplazados. Según Kielbania: "Tuve que enseñar todas las partes de bajo a Richard Davis. Él se encargó de embellecer muchas de ellas, pero yo le di el sentimiento".

Davis demostró ser el instrumentista más importante de las sesiones. "Si escuchas el álbum cada acorde es liderado por Richard y todo el mundo sigue a Richard y a la voz de Van", dijo Merenstein. "Supe que si traía a Richard, encendería el botón para apoyar lo que Van quisiese hacer vocalmente o acústicamente". Davis no se mostró impresionado por Morrison en buena medida debido a que el comportamiento profesional de Van no cumplía las expectativas de Davis. "No preparaba, no se reunía", recordó Davis, "él se alejaba de nosotros, porque entraba e iba a lo suyo... Y así es como quedó, aislado en una cabina. No creo que en ningún momento se presentara, o que nosotros hiciéramos lo mismo con él... Parecía muy tímido". El batería Connie Kay diría años después a la revista Rolling Stone que se acercó a Van y le preguntó "qué era lo que él quería que tocara, y él dijo que tocara cualquier cosa de modo que pareciera que tocara. Él más o menos se sentó ahí e improvisó". Davis explicó posteriormente que una "jam" no era una típica improvisación, sino que ésta comenzaba con un "esqueleto de lo que hay que hacer, y luego se rellena con carne. Lo que rellenas proviene de tu imaginación, de modo que nadie puede decirte lo que hacer. Simplemente lo tocas."

La producción corrió a cargo de Lewis Merenstein, esforzándose mucho para interpretar los deseos de Van. Sin embargo, para las sesiones de Astral weeks no se usó aparentemente ningún esqueleto principal, o al menos nada por el estilo se distribuyó a los músicos. "Lo que quedó en mi mente fue que Van nos permitió estirar el cabo", recalcó Berliner. "Se nos usó para jugar a las cartas, pero Van simplemente tocó para nosotros las canciones con su guitarra y luego nos decía que siguiéramos adelante y que tocáramos exactamente lo que él sentía".

Las canciones que llevó a Nueva York distaban mucho de los temas anteriores. Eran largas, la mayoría, y sinuosas, impregnadas del dolor del blues y el tono de las melodías tradicionales irlandeses. Morrison representaba las calles de Belfast en una luz tenue, alucinógena, poblada de personajes que bailaban como jóvenes amantes y giraban como bailarinas, pero que muchos de ellos luchaban por llegar a los demás y encontrar la paz y la calma que por otra parte la vida les eludía.

La primera sesión fue llevada a finales de septiembre, y produjo cuatro grabaciones para el álbum. Sólo tres habían sido intentadas para su inclusión final: Cyprus Avenue, Madame George y Beside you. Aunque no estaba programado para tocar, Payne asistió a la primera sesión y escuchó cómo otro flautista tocaba sus partes en la grabación. Hasta la fecha, ninguno de los músicos presentes en la sesión recuerda su nombre ni tampoco ha quedado registro documental de su participación, si bien tocó en las tomas finales de Beside you y Cyprus Avenue, aunque no fue incluido en los créditos. Cuando Van intentó probar un nuevo intento al final de la primera sesión, Payne pidió a Merenstein que le permitiera participar. Payne participó, finalmente, en la canción que da título al álbum, Astral weeks, y la cuarta canción producida durante la primera sesión. En las restantes sesiones de grabación, John Payne tocaría en todos los temas.

La segunda sesión, según John Payne, tuvo lugar temprano por la mañana, posiblemente al siguiente día, pero no funcionó, y nada de la sesión fue aprovechado para el álbum. "Simplemente no sucedió", dijo Payne. "Era el mal día para que los músicos de jazz crearan algo. Creo que al final de aquella sesión todos sabíamos que nada iba a ser aprovechable. Simplemente dijeron que lo olvidáramos". Según Merenstein, se produjeron tensiones durante la grabación y tuvo que ser suspendida durante tres horas.

La tercera y última sesión tuvo lugar a mediados de octubre y produjo otras cuatro canciones que completaron el álbum: The way young lovers do, Sweet thing, Ballerina y Slim slow slider. Tanto Sweet thing como Ballerina fueron originalmente programadas para la última sesión. Los músicos intentaron y rechazaron finalmente un buen número de canciones hasta que Morrison sugirió Slim slow slider. "Creo que nunca la hicimos en directo", recalcó Payne. "Morrison tenía un libro repleto de canciones... No sé por qué nos decidimos a hacerla... Y primero estábamos haciéndolo a la batería, con Richard Davis, Connie Kay, el guitarrista, yo y Van, todos tocando. Luego empecé a tocar el saxofón soprano, y Lew dijo: 'Bien, quiero intentarla de nuevo. Empieza otra vez. Y sólo quiero el bajo, el saxofón soprano y a Van'".

Algunas canciones fueron meramente casuales. La supuesta historia de un travesti irlandés, Madame George, ya existía, pero entonces se llamaba Madame Joy, y Van insistió en que tenía poca idea de su significado real. Las canciones más lentas, algunas escritas cuando regresó a casa de sus padres en Belfast, surgieron de su romance de larga distancia con una chica llamada Janet Planet, con quien se casaría para evitar su deportación de Estados Unidos. Ella estaba ciertamente presente en Sweet thing y Ballerina. En otras, como el triste final Slim slow slider, no está tan claro: este macabro blues termina el álbum como un despertar sobresaltado de un sueño, y su brevedad fue debida a una brutal edición llevada a cabo por Lewis Merenstein. Fue otra primera toma, y los músicos asumieron que era sólo una prueba de sonido.

Al final fue Merenstein quien secuenció las canciones y bautizó las caras del vinilo como "In the beginning" y "Afterwards". Las sucesivas generaciones han ponderado el significado más profundo de esos títulos, pero Van frecuentemente se ha quejado que no tuvo nada que ver con él. De hecho, afirmó, el disco finalizado fue una distorsión de sus verdaderas intenciones (una de las razones principales por las que en 2008 hizo una versión en directo reordenada de Astral weeks en el Hollywood Bowl), que siempre había querido hacer una obra más ambiciosa, incluso operística, y que su idea fue destruida por los sujetos trajeados que controlaban su carrera. Se podría cuestionar si Astral weeks hubiera sido mejor si se hubiese hecho con más tiempo y más recursos. Lo que sí es cierto es que la serie de compromisos ad hoc, soluciones rápidas y decisiones impulsivas no le hicieron el más mínimo daño.

Astral weeks sonaba como ninguna otra cosa en el mundo de la música pop de 1968: suave, reflexivo, hipnótico, perseguido por los fantasmas de los viejos cantantes de blues y los antiguos celtas, y realizado por un grupo de extraordinarios músicos de jazz sonaba como el trabajo de un cantante y compositor que hacía sentir, como Morrison canta en la canción Astral weeks, "nothing but a stranger in this world" (como un extraño en este mundo).

También suena como el trabajo de un grupo de músicos que se había convertido en un equipo sólidamente sintonizado gracias al trabajo de varios años juntos, pero, de hecho, Morrison se había hecho su nombre con canciones de rock como Gloria y Here comes the night, y cantaba Astral weeks sentado solo en una cabina acristalada, apenas comunicándose con los músicos de sesión, que apenas sabían quién era.

"Algunas personas estaban muy desilusionadas cuando les dije que haríamos el disco", dijo Richard Davis, quien proveyó lo que podría ser unas de las más aclamadas líneas de bajo que adornan un disco pop. "La gente dice, 'debió hablar contigo sobre disco y crear la mágica sensación que tenía que estar ahí...' Para decirte la verdad, no recuerdo ninguna conversación con él. Todo se lo guardó para él mismo. No hizo alguna sugerencia sobre qué tocar, cómo tocar, cómo estilizar lo que estábamos haciendo". "Le pregunté qué quería tocar conmigo y me dijo que tocase todo lo que tuviese ganas de tocar", agregaba Connie Kay, el baterista de Modern Jazz Quartet. "Más o menos nos sentamos e improvisamos, eso es todo".

Es de destacar la arquitectura minuciosa del sonido, el modo en que la canción rellena el silencio. Hay dos elementos primordiales que subrayan la leyenda casi continuamente: uno es la flauta de John Payne y otro la voz del propio Van Morrison. La flauta, en los pasajes en los que aparece, presta su sonido a la leyenda, la nutre y es el elemento de cierre de todo el disco. La construcción de las canciones es perfecta y en todas hay una orfebrería preciosa y precisa: las curvas de las guitarras, apuntillando o acompañando; las cuerdas deslizándose como una niebla o gritando, chirriando; la batería de Connie Kay resaltando lo que la voz y los otros instrumentos están diciendo. De otro lado, Van Morrison susurra, acaricia, grita, chilla, aúlla, ronronea, canta, en definitiva, con el alma, pero también con las tripas.

Así, Astral weeks (la canción que da título al disco) se construye con el nacimiento y consecutivamente el certificado de defunción de las cuerdas. Las ráfagas nerviosas de la flauta no son sino el oxígeno para que suceda esta combustión que alimenta la leyenda.

Sweet thing, parte del inicio de una guitarra sola, a la que se une el bajo y más tarde la precisión, con cierto aire jazz, de la percusión, para terminar con las cuerdas cumpliendo con la función que tendría un riff furioso de guitarra, y va creciendo de nuevo con la intermitencia de la flauta y la voz de Morrison, que termina gritando “sugar baby”.

Cyprus Avenue, con la falsa calma del clavicémbalo, la flauta y el violín, también va creciendo, tensándose, hasta que la flecha de la voz nos atraviesa irremediablemente el centro del corazón.

The way young lovers do inaugura lo que más tarde será tradición en la música de Van Morrison: el viento metalífero de saxofones, trompetas y trombones apuntalando, también a ráfagas, con pequeños y casi imperceptibles sostenidos, una canción monumental.

Madame George, con un desarrollo de casi diez minutos, cobija la vieja historia de ese viejo travestido y pasa, sucesivamente, de la lírica a la épica y de ésta a la dramática. El momento en que Morrison modula la voz y el alma jugando con la palabra "love" es una delicia, una joya esculpida por los trinos de un violín tan diabólico y entrañable como la propia Madame George.

Ballerina, tras un confortable inicio, tejido por el contrabajo y la guitarra, desemboca en el cráter de ese volcán que Van Morrison debe tener en la garganta porque justo en mitad de la canción, cuando han transcurrido tres minutos y medio, tras anunciar su aquiescencia en un tono bajo, "all right", comienza un desfile de gritos, subidas, bajadas, sacudidas vocales que tienen su momento más bello cuando Morrison canta que llega un hombre que dice justo aquello con lo que años más tarde se despediría Freddie Mercury: “show must go on”.

En Slim slow slider se puede comprobar cómo la flauta, centro aglutinante, elemento de cierre, en este disco no la toca un música, sino la propia leyenda y en los últimos segundos del disco termina desapareciendo entre disonancias resaltadas por la percusión y la guitarra, inquietantes.

Beside you constituye un enigma. En ella se unen para siempre, como quizá en ninguna otra canción, la ternura y la desolación. Sobre la alfombra de una aparente canción de amor, Van Morrison se revuelca viendo lo mismo que vio en aquel hotel de Boston donde compuso las canciones, pero que también vio antes, porque en el disco T.B. sheets, la versión primeriza de Beside you es, si cabe, más enigmática, más oscura y más desolada, o casi más tierna. A lo largo de más de cinco minutos Van Morrison une inescindiblemente el júbilo y el dolor con una intensidad muy difícil de superar. Las dos versiones son una especie de blues desdibujado y un auténtico “cante jondo”.

El LP fue lanzado en noviembre de 1968 con pocos comentarios de la crítica y ventas modestas, lo que no era del todo sorprendente, ya que no tenía precedentes y desafiaba la categorización. Morrison, con un poco de justicia, declaraba que Astral weeks no era "música rock". Aún así, su mística ha florecido con el tiempo. La ausencia de singles de éxito, que podría haber equilibrado el conjunto del álbum, simplemente añadió a Astral weeks una unidad inescrutable. Si bien no es un "álbum conceptual" en términos narrativos, tiene una poderosa sensación de plenitud.

El influyente crítico musical Lester Bangs escribió en 1979: "Sonaba como si el hombre que hizo Astral weeks tuviera un terrible dolor, dolor que sólo trabajos anteriores de Van Morrison habían sugerido, pero al igual que los últimos álbumes de The Velvet Underground, había un elemento redentor en la oscuridad, en última instancia una compasión por el sufrimiento de los demás, y un envoltorio de pura belleza e impresionante mística que sale a través del corazón". Por su parte, Alan Light, de la cadena CNN, escribió en 2006: "Van Morrison canta acerca del amor perdido, de la muerte y de la nostalgia de su infancia con un sonido celta que se ha convertido en su firma. Astral weeks no entró en las listas de popularidad, pero su poesía mística, sus alojamientos espaciosos y su encantamiento romántico aún resuena en estilos que ninguna otra música puede alcanzar".

Nadie se apercibió, en 1968, de cuánto tiempo podría sobrevivir esta música, con qué frecuencia se oiría y la importancia de los numerosos comentarios culturales que atraería. Elvis Costello describió Astral weeks como "el disco más aventurero hecho en el rock, y no ha habido ningún disco con esa cantidad de audacia realizado desde entonces".

Steve Turner, uno de los biógrafos de Van Morrison, comentó: "El excéntrico pintor irlandés Cezil McCartney fue una influencia en el título de Astral weeks. 'Un amigo tenía pinturas en su ático de proyecciones astrales', me dijo Van, 'estaba en su casa cuando trabajaba en una canción que titulé finalmente Astral weeks'".

La foto incluida como portada del álbum fue tomada por Joel Brodsky, más conocido por sus fotografías de Jim Morrison que finalmente fueron usadas en la portada del álbum recopilatorio de 1985 The best of The Doors.

En noviembre de 2008, Morrison interpretó Astral weeks por primera vez en directo durante dos conciertos en el Hollywood Bowl de Los Angeles. A continuación, llevó a cabo una gira, que la revista musical Rolling Stone definió como "una de las interpretaciones más inspiradas de su carrera", en la que continuó tocando íntegramente el álbum.

Los dos primeros conciertos de la gira fueron publicados en el álbum en directo Astral weeks Live at the Hollywood Bowl en febrero de 2009 por su propio sello discográfico, Listen to the Lion Records, seguido de un DVD titulado Astral weeks Live at the Hollywood Bowl: The concert film, tres meses después.

Durante una entrevista concedida a David Wild, editor de Rolling Stone, Morrison comentó sobre su interés por interpretar el álbum por primera vez en directo cuarenta años después de su publicación original: "No recibió ninguna promoción de Warner Bros. Records. Es por eso por lo que nunca toqué las canciones en directo. Siempre quise tocarlo en directo y con orquesta. De eso se trata. Siempre me gustaron las grabaciones en directo y escucharlas. No soy demasiado aficionado a los estudios de grabación. Son demasiado artificiales y limitados. Me gusta la libertad del directo, el sonido del momento".

Van Morrison siempre consideró a Astral weeks como un proyecto mágico, le ingirió ciertas propiedades místicas, exploró terrenos profundos sobre el desamor, la vida, la muerte, la infancia, sufrimiento, dolor… verdaderas poesías. En términos musicales es un trabajo que no se puede etiquetar, donde olvida su parte pop y se deja llevar por folk, jazz, blues, gospel, soul e influencia de la música celta; pero en Astral weeks existe la sensación de que hay algo más, algo indescriptible y único. Incluso dentro de la misma discografía de Van Morrison no hay otro álbum parecido.

Astral weeks es una mirada caleidoscópica donde se relatan la serie de imágenes que van a dar forma a una leyenda. Ni Nueva York ni Belfast, sino exactamente por encima de ellas, desde donde se va a poder percibir estas semanas astrales. El propio Van lo dice en Beside you, la segunda canción del disco: "Adivino que estás satisfecha/asciendes y el cielo desciende:/calidoscopio". Y es esa mirada la que destroza, desde la primera nota del disco, la Historia para construir la leyenda: pasado, presente y futuro se mezclan en las canciones para abolir el tiempo. Aunque se describan minuciosamente lugares y ambientes, éstos sólo existen en otro lugar y en otro tiempo: en el lugar y el tiempo de la leyenda. Por eso no se puede encontrar la Cyprus Avenue; por eso es imposible adivinar la identidad de Madame George, ese viejo que dejaba en el aire la mezcla de un perfume dulzón; por eso no sabremos nunca quién es ese joven, cargado de jazz y poesía, que aparece en Ballerina y que ama a una muchacha tan suave como la nieve. “En otro tiempo, en otro lugar” dice Morrison en la canción Astral weeks; o “Miraré cómo ascienden los barcos/sobre el océano azul y los cielos del mañana/y nunca, nunca, nunca volveré a ser tan viejo”, en el tema Sweet thing. Esa negación del espacio y el tiempo, para crearlos de nuevo y convertirlos en música, conducirán más tarde a Van Morrison hasta Avalon, hasta Caledonia, donde la leyenda terminará convirtiéndose en mito.

La música de Astral weeks posee una belleza tan enigmática que, más de 40 años después de su edición, aún se resiste a cualquier definición simple y admirativa. En el trabajo anterior de Van Morrison no se encuentran precedentes para ella: ni en el pop brillante de Brown eyed girl, su éxito de 1967; ni en su primera época como líder de los Them y compositor del clásico de garage-rock Gloria. Y Morrison (un hombre muy celoso de su intimidad para el que cantar y componer había sido tanto un escudo emocional como una vía de escape) nunca había sonado tan cálido, tan sensual y vulnerable como en Astral weeks. Era, en parte, el sonido de una dulce liberación. Morrison acababa de firmar con Warner. Era su primer disco importante en solitario y aprovechó la oportunidad para explorar la gama física y dramática de su voz en su interpretación, poderosamente poética, de temas como Beside you y Ballerina. Volvió la espalda a las sencillas estructuras pop, adornando estas ensoñaciones alucinatorias sobre su Belfast natal (los recuerdos de Cypress Avenue, el retrato hipnótico de Madame George) con melodías sinuosas reminiscentes del folk celta y el rhythm & blues. La joya de la corona fue el estupendo quinteto de jazz que reclutó el productor Lewis Merenstein para colorear las partes más sombrías. Años más tarde, el bajista del quinteto, Richard Davis, aseguró que todos los temas clave del disco se habían grabado en tres horas y que Morrison nunca les dijo a los músicos qué quería que hicieran. Tal vez no sabía cómo. Astral weeks muestra a Morrison mirando en su interior sin red y sin miedo. Nunca más ha vuelto a mostrarse tan abierto y tan desnudo.

Fuentes: http://es.wikipedia.org, http://www.allmusic.com, http://www.pauldunoyer.com, http://www.rollingstone.com, https://personal.cis.strath.ac.uk, http://www.popmatters.com, http://www.theguardian.com, http://observer.theguardian.com, http://entertainment.time.com, http://rollingstone.es, http://www.alohacriticon.com, https://elmundano.wordpress.com, http://elblogdeenriqueortiz.blogspot.com.es, http://regioncuatro.net, http://rincondesconexion.blogspot.com

Listado de canciones:

1.- Astral weeks
2.- Beside you
3.- Sweet thing
4.- Cyprus Avenue
5.- The way young lovers do
6.- Madame George
7.- Ballerina
8.- Slim slow slider

Vídeos:

Astral weeks - Van Morrison


Beside you - Van Morrison


Sweet thing - Van Morrison


Cyprus Avenue - Van Morrison


The way young lovers do - Van Morrison


Madame George - Van Morrison


Ballerina - Van Morrison


Slim slow slider - Van Morrison

3 comentarios:

bernardo de andres dijo...

como siempre una delicia de post que me ha obligado a poner en mi mp3 el disco, y escucharlo minetras leia palabras

JL dijo...

Un disco atemporal. De los grandes de la historia de la música y que aparece en prácticamente todas las listas de mejores discos de la historia, junto con Moondance, su siguiente disco. De esos que un buen melómano debe escuchar y tener en su discoteca.

Gracias, Bernardo. Un saludo

Unknown dijo...

Lo he vuelto a disfrutar despues de unos años sin escucharlo y de nuevo lo encuentro genial.